viernes, 17 de octubre de 2008

Animados

Desde los 70´s los niños comenzaron a vivir las caricaturas por televisión. Se acordarán de los clásicos animados o las primeras de súper héroes; a mi generación le tocó de todo tipo de caricaturas: He-man, Thundercats, Remi, Candy Candy, Don Gato, Los Pitufos, etc. etc.
Películas animadas que veía en el cine Lindavista, ahora convertido en la iglesia de Juan Diego, sólo habían de Disney, las de princesas ahora tan demandadas y comercializadas.

Siempre que salen estos temas a colación, se nos dibuja una sonrisa, la nostalgia de la niñez nos invade. Lo curioso es que en los 30´s, por ejemplo, una de las primeras caricaturas; "Betty Boop" era en ocasiones como un viaje de hongos, además de que en un principio era dibujada con orejas colgantes, era una perra, sí aunque se escuche feo, su novio era Bimbo otro canino. Hasta que sus orejas se convirtieron en aretes y transformarse en la Betty símbolo sexual. Ahora se quejan por el tipo de caricaturas, así como nuestros padres y abuelos se quejaban de las nuestras.

La violencia es uno de los constantes debates en torno a las caricaturas, sin embargo las clásicas de Warner tienen "n" cantidad de agresiones, tirándose el típico yunque sobre sus cabezas, pasteles con relleno explosivo y demás.

Hace algunos sábados pude ver Ahí viene Cascarrabias! y me quedé anonadada al darme cuenta que también era una alucinaje total; una princesa viajando de país en país, para en busca de la salvar a su reino del Cascarrabias: Cada reino es fantástico: Pasan de uno en donde todos sus habitantes son globos a otro donde todos se la pasan brincando.
A mis veintitantos sigo disfrutando de caricaturas, no sólo de las que veía de niña, también de las nuevas.

La última caricatura que me ha hipnotizado, es una nueva de Cartoon Network, "Chowder", en la cual un no se qué (Chowder) es un pinche con aspiraciones de Chef.

Así que no voy a decir que las nuestras eran las mejores, las caricaturas siempre serán mejores cuando nos traigan a la memoria buenos momentos, sobre todo los de una época en la que no teníamos tantas responsabilidades.

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